lunes, 10 de diciembre de 2012

¿Normalidad o llanto?

Sé que soy demasiado sentimental, o tal vez excesivamente empática, (aunque en realidad detesto ese adjetivo), pero ¿será normal ponerse triste por cosas que pasaron hace tanto tiempo o que no se relacionan directamente conmigo?
Lo primero que recuerdo al respecto es cuando tenía unos ocho años y veía en las noticias a los familiares de los detenidos desaparecidos. Nunca me cuestioné si era normal o no, a esa edad, tener un nudo en la garganta cada vez que veía a esas personas hablar de sus familiares muertos. Y esa misma sensación de tristeza o emoción se repetía cada vez que veía una catástrofe natural, un accidente, un incendio o alguna situación que implicara gente muerta o sufriendo, y se incluían también las imágenes de gente demasiado feliz, reencuentros familiares, milagros, demostraciones de amor, etc. Y claro, esto sigue hasta hoy. Recuerdo otro episodio que me marcó profundamente. Creo que fue el año pasado. Como siempre, era tarde y yo seguía viendo tele, obvio, era noche de “Fruto Prohibido”, y no recuerdo el por qué pero estaban entrevistando a un hombre cuyo hijo le había confesado que era gay. El chico ya era adulto, director de cine, creo, y su familia lo apoyaba completamente, incluso aceptaban y adoraban a su pareja. Lo que más me impresionó en ese momento, y sé que si volviera a ver la historia, lloraría nuevamente, fue que mientras el padre  hablaba, el amor y el orgullo se veían a través de sus ojos. No estoy segura de poder describir esa mirada, pero no era sólo amor sino que era un amor incondicional, de esos que sabes la persona daría la vida por la otra. Supongo que es la mirada de un padre a un hijo. Pero es que en la vida real esa sería más la mirada de una madre a su hijo y me mató verla en un padre. Recuerdo la parte en que, cuando yo casi no lograba contener las lágrimas, él dijo: “Y es que no somos una familia con un hijo homosexual. Somos una familia gay”. Y ya no pude más. Y ahora, en un día normal, documentándome para la prueba del martes, leía sobre la bomba de Hiroshima. La guerra, el monumento de la Paz, Sadako Sasaki. Y nuevamente tengo ese nudo en la garganta. Es altamente probable que sea la impotencia frente a las atrocidades del mundo, de los gobiernos, de la sociedad, de la vida. Como hago siempre, primero lloro y después busco una solución, una salida, una reflexión, algo. Y sigo preguntándome si es normal emocionarse tanto por estas cosas…

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