martes, 16 de agosto de 2011

Desilusión

Una notoria luz de contradicción apareció tras la objetividad de la desilusión:
Las batallas no sólo se combaten con retórica. Se libran con luchas reales, con armas y bajas tangibles.
Un buen discurso puede dar un buen golpe pero en ningún caso destruirá al enemigos ni salvará a los aliados.
Claro, la revolución tiene algo de romántico, no lo niego. Pero hasta la más pequeña batalla debe lucharse en el campo correspondiente. Si no, ¿cómo hemos de triunfar?